sábado, 29 de octubre de 2011

Asesinos Seriales

Robert resler ex-agente del Buró Federal de investigaciones estadounidenses(FBI) acuñó el termino "Asesino Serial" a mediados de los años sesenta. Reesler condujo una serie de entrevistas a asesinos convictos para obtener datos sobre patrones de conducta y asi elaborar perfiles que ayudasen en su captura.
A partir de entonces llamaria "asesino serial" a todo asesino que comeitera omicidio por lo menos tres veces, y con espacio de tiempo entre uno y otro hecho. Este tipo de criminal elige cuidadosamente a sus victimas, que en su mayoría seran individuos con las mismas caracteristicas; esto lo diferencia del asesino en masa, que mata a varias personas de una sola vez.

Como algunos asesinos seriales que se han presentado en la historia estan: Erzsebet Báthory "La Condesa Sangrienta", Ed Dein "El Carnicero de Plainfield", David Berkowitz "El Hijo de Sam" y  Thierry Paulin "El monstruo de Montmartre".



Arzsebet Báthory
"La Condesa Sangrienta"
La Condesa Sangrienta. Arzsebet Báthory de Ecsed nació en 1560 en el seno de una de las familias más antiguas y adineradas de Transilvania. Su nombre ha sido traducido también por Elízabeth. 

Hija de György Báthory de Ecsed y Anna Báthory y sobrina de István Báthory, Gran Príncipe de Transilvania y rey de Polonia entre 1575 y 1586. Prima de Zsigmond Báthory que fue también Gran Príncipe de Transilvania, mediante su matrimonio con la princesa María Cristina de Habsburgo. Pasó su infancia en el castillo de los Ecsed. Se dice que desde edad temprana sufría de violentos ataques, epilepsia u otra enfermedad neurológica, que remitieron con el tiempo. 

A los once años fue prometida al Conde Ferenc Nádasdy de Nádasd y Fogarasföld, quien le doblaba la edad. Un año después, la enviaron a vivir al Castillo de los Nádasdy. Nunca hizo buenas migas con su suegra, Úrsula, matriarca del clan; al parecer, la joven Báthory hacía valer el rango superior de su apellido con mucha frecuencia.A los trece años se quedó embarazada de uno de sus sirvientes. El muchacho fue castrado y arrojado a los perros y Erzsébet enviada a otro remoto castillo familiar para que pariera. Se hizo desaparecer al bebé. 

A diferencia de la mayoría de mujeres, y hombres, de su tiempo, Erzsébet recibió una buena educación y su cultura sobrepasaba a la de la mayoría de los hombres de entonces. Era excepcional, hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán, mientras que la mayoría de los nobles húngaros no sabían ni deletrear ni escribir. Cada detalle de su vida nos muestra a una persona muy inteligente, totalmente al control de sus facultades mentales. 

A los 15 años, en 1575, casó con Ferenc, que entonces contaba 26 años de edad. La ceremonia tuvo lugar con gran lujo en el Castillo de Varannó; incluso se invitó al emperador Maximiliano II, que no pudo acudir. Fue Ferenc quien adoptó el apellido de soltera de su esposa, mucho más ilustre que el suyo. Se fueron a vivir al Castillo de Čachtice, en compañía de su suegra Úrsula y otros miembros de la casa. 

Las posesiones de la pareja eran enormes, y se requería además un férreo control sobre la población local, de origen húngaro, rumano y eslovaco. 

El joven Conde no permanecía mucho tiempo en el Castillo, la mayor parte del tiempo combatiendo en alguna de las muchas guerras de la zona, empalando a sus enemigos sin compasión, lo que le mereció el apodo de "Caballero Negro de Hungría". Existe registro escrito de cómo Ferenc y Erzsébet intercambiaban información sobre las maneras más apropiadas de castigar a sus sirvientes. 

En 1585, diez años después de su matrimonio, la 
condesa tuvo a su primera hija, Ana, y en los nueve años siguientes dio también a luz a Úrsula y Katherina. Finalmente, en 1598, alumbró a su único hijo, Pál. 

En la gélida mañana del 4 de enero de 1604, el Caballero Negro de Hungría murió de súbita enfermedad durante una de sus batallas, dejando viuda a Erzsébet, contaba con 44 años. Despidió a su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela Nádasdy; las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en opinión de Erzsébet, se merecían. 

Esto dejó a Erzsébet en una situación peculiar. Señora feudal de un importante condado de Transilvania, metida en todas las intrigas políticas de aquellos tiempos convulsos, pero sin ejército con que proteger su poderío. Por la misma época, su hermano Gabor, se convirtió en Príncipe de Transilvania, con el apoyo económico de la riquísima Erzsébet. Gabor, se metió pronto en una guerra con los alemanes; por complejas razones políticas, esto la ponía en peligro de ser acusada de traición por el Rey Mátyás II de Hungría -quien probablemente ambicionaba sus extensos dominios-. Viuda como era, se vio más vulnerable y aislada que nunca. 

Cuenta la leyenda que Erzsébet, ya viuda, vio a su paso por un pueblo a una anciana decrépita y se burló de ella. La anciana ante su burla la maldijo diciéndole que ella también estaría como una vieja en poco tiempo. 

Todo empezó poco tiempo después. Una de sus sirvientas adolescentes le dio un involuntario tirón de pelos mientras la peinaba. Al principio tuvo mucha suerte, la 
condesa reaccionó reventándole la nariz de un fuerte bofetón, pero cuando la sangre salpicó la piel de Erzsébet, a esta le pareció que allá donde había caído, desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía juvenil. Tras consultar a sus brujas y alquimistas, ambos le aseguraron que la sangre humana prolongaba la juventud. 

Con la ayuda de su mayordomo Thorko y su corpulenta sirvienta Dorottya, desnudaron a la pobre muchacha, tras asestarle un profundo corte en el cuello, llenaron el barreño con su sangre. Erzsébet tomó su primer bañó de sangre. 

Entre 1604 y 1610, los fieles sirvientes de Erzsébet se dedicaron a proveerla de jóvenes entre 9 y 26 años para sus rituales sangrientos. En un intento de mantener las apariencias, habría convencido al pastor protestante local para que sus víctimas tuviesen entierros cristianos respetables. 

Más adelante, cuando los errores de su hermano Gabor la pusieron en una situación política muy delicada, tomó la costumbre de quemar los genitales a algunas sirvientas con velas, carbones y hierros por pura diversión. También generalizó su práctica de beber la sangre directamente mediante mordiscos en las mejillas, los hombros o los pechos. Esto ocurrió en su estancia en Viena, donde tenía una mansión cerca del palacio real en el centro de la ciudad. 

También le gustaba mucho que sus doncellas se desnudaran para ella.Cuando la cifra de víctimas comenzó a subir, el pastor protestante comenzó a manifestar sus dudas, morían demasiadas chicas por "causas misteriosas y desconocidas". Así que comenzaron a enterrar en secreto los cuerpos desangrados.  


Llegó un momento que el guardar tal número de cuerpos en el castillo se convirtió en un gran problema. Incluso al principio se guardaron algunos cuerpos debajo de las camas. Sin embargo, el hedor era tan insoportable que algunos sirvientes ocultaron los cuerpos en lugares peligrosamente insensatos, como campos cercanos, silos de grano, el río que corría bajo el castillo, el jardín de verduras de la cocina, con lo que empezaron a circular leyendas entre el pueblo de la existencia de vampiros los cuales eran la causa de los cuerpos llenos de sangre que se encontraban alrededor de la aldea. 

En 1609 Erzsébet, por la falta de sirvientas en la zona como consecuencia de sus numerosos crímenes, cometió el error que acabaría con ella, utilizando sus contactos, comenzó a tomar a niñas y adolescentes de buena familia para educarlas. Algunas de ellas comenzaron a morirse pronto por "causas misteriosas y desconocidas", nada extraño de aquella época, con sus elevadísimas tasas de mortalidad infantil y juvenil, pero en el "internado" de Čachtice el número de fallecimientos era demasiado alto. Ahora las víctimas eran hijas de la aristocracia menor, por lo que sus muertes eran consideradas importantes. 

Esto, unido a la denuncia del pastor protestante al Rey Mátyás a través de la curia clerical, generó la apertura de una investigación mandada por el Rey para el esclarecimiento de los acontecimientos “misteriosos” que acaecían en el lugar.Según el testimonio del conde György Thurzó, primo y enemigo de Erzsébet, nombrado investigador general por el Rey, cuando su hueste llegaron al castillo un 30 de diciembre de 1610, no hallaron oposición alguna, ni a nadie para recibirles. Lo primero que vieron fue a una sirviente en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. 

Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo. En la mazmorra encontraron a una docena que todavía respiraba, algunas de las cuales habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50 muchachas más. 

Por todas partes había toneles de ceniza y de serrín, usados para recoger la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar. Debido a esto, todo el castillo estaba cubierto de manchas oscuras y despedía un tenue olor a podredumbre.En el propio diario de Erzsébet aparecía escrito con todo lujo de detalles, como día a día sus víctimas eran torturadas y matadas, hasta sumar un total de 612 jóvenes.














El Carnicero de Plainfield. Ed Gein.
Segunda década del siglo XX. El matrimonio Gein, una pareja compuesta por Augusta T. Lehrke y George P.Gein, junto a sus dos hijos Henry y Eddie llegan a Plainfield, Wisconsin, provenientes de la ciudad de La Crosse. El matrimonio es un tanto atípico, George es un hombre débil y alcohólico que vive a la sombra dominante de su mujer. Augusta es la que ha decidido el traslado a esa pequeña granja aislada en los gigantescos campos de Wisconsin para alejar a sus hijos de las malas influencias de la gran ciudad.


Augusta es una fanática luterana que lleva sus creencias a puntos extremos en la educación de sus hijos. Para ella, el mundo exterior es pura perversión y el más mínimo despiste puede ser causa de los más tremendos castigos divinos. Los sermones diarios del antiguo testamento y las continuas advertencias sobre los terribles castigos que, como pesadas losas, caerán sobre sus hijos al más mínimo contacto o acercamiento con las jóvenes del lugar, hacen crecer a estos con la visión de un mundo totalmente distorsionado. Donde todas las mujeres, a excepción de su madre, son rameras de la más baja calaña. De los dos hermanos, Eddie es el más afectado por ser un niño introvertido y haber heredado la debilidad de espíritu de su padre. En la escuela, su aspecto debilucho y afeminado no acompaña a mejorar este tema y todavía los incrustan más en su peculiar mundo. Trabaja en todo tipo de tareas de la granja y  sus ratos libres, los aprovecha para devorar todo tipo de literatura y cómics de índole fantástico y de terror.


La señora Gein, sin darse cuenta, está incubando a un ser que años más tarde pasará a la historia por ser una de las personas más perversas del siglo XX. Ed Gein, el carnicero de Plainfield.
En 1940 muere su padre, George. A raíz de su muerte, su hermano Henry comienza a mostrar una clara oposición hacia las doctrinas de su madre. Para Ed, esto es puro sacrilegio pues con el paso de los años su complejo de Edipo hacia Augusta ha ido en aumento y el no acatar o contrariar sus normas es el pecado más grande que se puede llegar a cometer. En 1944, Henry muere en extrañas circunstancias en un incendio que se provoca cerca de la granja. A la policía no le parece sospechoso que Eddie les guíe directamente hasta el cuerpo  calcinado de su hermano, cuando momentos antes, al acudir a ellos, había dicho que para sofocar el incendio se había separado y no lo había vuelto a ver. Esta es la primera muestra del bajo intelecto que tiene Ed Gein y que posiblemente fue el motivo por el que sus posteriores víctimas no se contaran por decenas.
Un año después, en 1945, muere Augusta y Ed queda completamente solo y deprimido, aislado del mundo en su pequeña granja de madera. Tiene cuarenta años y pasará la siguiente década inmerso en el peculiar mundo que su mente enfermiza irá perfeccionando poco a poco. Clausura las habitaciones y estancias de su madre y las mantiene como un mausoleo en su honor y recuerdo, años después, diría a los psicólogos que durante mucho tiempo, tras la muerte de su madre, continuó escuchando su voz y sus sermones.


En el pueblo, este tipo bajito y tímido tiene fama de  excéntrico y de poseer  una imaginación y humor un tanto negro y ácido. Pero también es trabajador y servicial, lo que hace que se le vayan dando pequeños trabajos del campo o carpintería aquí y allá. Incluso se saca unos dólares cuidando a los niños de los vecinos, que confiados, se los dejan en la granja ocasionalmente. En esta época, los gustos por la lectura de Ed han cambiado, y en lugar de leer cómics de terror, ahora prefiere tratados y enciclopedias de anatomía humana que intercala con los diarios del día, concretamente, por la sección de esquelas de los diarios. Los niños que cuida cuentan a sus padres que el señor Ed es todo un aventurero, que ha estado en muchos países exóticos y que de allí son las cabezas amputadas y calaveras que les enseña, regalos de tribus de jíbaros en sus exploraciones.
Ed ha encontrado una nueva afición, por fin de nuevo hay mujeres en su vida. Ahora, en cierto modo, consigue suplir la ausencia de su madre. En su pequeña granja de nuevo se desprende calor humano, aunque este calor solo es el que emanan las lámparas que ha confeccionado con piel humana. Sí, Ed se ha transformado en todo un manitas. En las esquelas del periódico busca su materia prima, mujeres que mueren y que el desentierra al amparo de la noche y transporta hasta su pequeño taller de bricolaje en la granja. No todas son buenas, deben de tener ciertos rasgos que las asemejen a su difunta madre. Aprovecha para profanar las tumbas el mismo día del entierro, así la tierra está fresca y cuando vuelve a rellenar los huecos nadie se da cuenta. No siempre se lleva  los cuerpos completos, a veces solo corta las partes que más le interesan… una pierna, una cabeza o quizás un par de bonitas manos.


Eddie une su imaginación con la agilidad que ha adquirido al desempeñar los diferentes trabajos a lo largo de los años, con paciencia, va re decorando su hogar hasta convertirlo en uno de los lugares más macabros y tétricos que jamás hayan existido.
Ciertamente, Ed tiene un claro problema con su sexualidad. Incluso se informa de los costes y procesos para un cambio de sexo, algo que en los años cincuenta era algo extremadamente raro. Ante la imposibilidad de llevarlo a cabo, disfrazase de mujer, literalmente, suple temporalmente sus complejos. Pero hay algo que le molesta, la piel que usa para sus vestidos es de mujeres que ya llevan varios días muertas y al bueno de Ed solo le ronda por la cabeza lo bueno que sería poder confeccionarse un bonito traje con piel fresca.

En 1954, en la taberna de los Hogan de Plainfield, encuentran un charco de sangre en el lugar donde debería de estar Mary Hogan, la tabernera. Mmmm… esto es otra cosa, piensa Ed. Así da gusto curtir piel.
La policía, en todo un alarde de perspicacia, tampoco relaciona al viejo Ed con el caso, pese a que este, en otra demostración de su bajo nivel de inteligencia, se pavonea semanas después del asesinato ante un vecino de la zona, de tener a Mary viviendo en su granja. Pero claro, de nuevo el viejo loco está inventándose historias para captar la atención… nadie le hace caso.
El revuelo que se monta en el lugar es grande, y Ed vuelve durante un tiempo a la relativa tranquilidad de sus profanaciones. Pero unos años después, el 16 de Noviembre de 1957, Ed cometería un error demasiado grave como para pasarse por alto, incluso al policía más inepto.
En la ferretería del pueblo, Ed compra anticongelante para alguno de sus tractores. No se sabe muy bien los motivos, quizás la compra fuese la escusa para ir hasta el lugar a por su nueva víctima, y quizás esta fue una presa más difícil de lo que el imaginaba, la cuestión es que finalmente Bernice Worden, dueña del establecimiento, muere de un disparo de la vieja escopeta de Ed. No hay testigos, Ed carga el cuerpo en su furgoneta y se marcha tranquilamente. En la tienda solo queda de nuevo un gran charco de sangre… y algo más, el apunte en el libro de contabilidad de la última venta: Anticongelante-Eddie Gein.
La policía detiene al bueno de Eddie esa misma noche, y como antesala de lo que descubrirían en la casa de los horrores, está el cuerpo de Bernice, colgada boca abajo de un techo, decapitada, abierta en canal y destripada.
Lo que se encuentra en el Dantesco hogar de los Gein, corre como la pólvora por todo el país. Las portadas acaparan el rostro bonachón de este psicópata bajo comentarios de sus vecinos sorprendidos con frases como “Era un buen tipo” o “Nunca lo hubiésemos imaginado”.
Los psicólogos encuentran en Ed un claro ejemplo de poli psicopatías de lo más variadas, entre ellas, voyerismo, necrofilia, travestismo y fetichismo, por citar algunas. Una personalidad psicópata que será usada a modo de ejemplo en las universidades de todo el mundo.

Durante los años anteriores a estos sucesos, en la zona hubo muchas otras desapariciones como las de Georgia Weckler, que se esfumó un día de Mayo de 1947 mientras regresaba del colegio. Otra joven de quince años desapareció en 1953 mientras volvía a casa de su trabajo como niñera. También Evelyn Hartley, una joven de La Crosse desapareció en extrañas circunstancias por aquellas fechas y por último, Víctor Travis y Ray Burgues desaparecieron mientras estaban de caza. Aunque estos últimos se salen bastante del perfil de Ed, sí que se sospecha que las jóvenes fueron asesinadas por él, aunque nunca se encontraron restos ni pruebas para acusarlo.
Eddie Gein, el carnicero de Plainfield, fue culpado de dos muertes y de la profanación de nueve cadáveres aunque no fue juzgado ya que se catalogó como enfermo mental y  fue internado en un psiquiátrico donde pasaría los últimos años de su vida hasta morir víctima de un cáncer el 26 de Julio de 1984. Paradójicamente, su estancia en la institución mental fue bastante peculiar, pues no precisaba de ningún tipo de medicamento y parecía una persona, a todos los efectos normal, sin síntomas aparentes de todas las psicopatías que los expertos le habían atribuido en su examen.

















El Hijo de Sam. David Berkowitz Nació en Brooklyn, Nueva York el primero de Junio de 1953 bajo el nombre de Richard David Falco pero adivinen que, fue dado en adopción. La madre de David de nombre Betty Broder, estaba casada con Tony Falco quien la abandonó después de haber procreado con ella a una hija de nombre Cecilia. Nunca formalizaron el divorcio por eso es que cuando Betty se relaciona con el judío Joseph Kleinman y tiene a David este lleva el apellido Falco, sin embargo el señor Kleinman impuso como condición para continuar el amasiato que se deshiciera del niño. Igual que muchas mujeres que son capaces incluso de matar a sus hijos con tal de no perder el amor de un hombre ni de quedar solas, Broder hizo los arreglos necesarios para que su bebe fuera adoptado al nacer. Afortunadamente una buena pareja de judíos que no podían tener hijos se hizo cargo del bebe. Ellos se llamaban Nathan y Pearl Berkowitz quienes únicamente cambiaron el orden de los nombres propios del niño. 



La infancia de Berkowitz fue sin lugar a dudas problemática siendo hiperactivo desde pequeño, y también notable que muy pronto perdió el interés por aprender y los estudios. De inteligencia superior al promedio, su físico era siempre más corpulento que los chicos de su edad, por eso siempre fue visto como un abusador y pesado. Se sabe que era un ávidojugador de beisball, tal vez siendo ese el único interés positivo de su juventud porque el resto se caracterizó por ser raterillo y pirómano.  

En 1967 tras varios años de luchar contra la enfermedad, muere de cáncer de seno la señora Pearl Berkowitz. Sin embargo David no fue enterado de los detalles ni el progreso de la enfermedad de su madre así que lo tomó doblemente por sorpresa la desaparición de ella. Tristona y solitaria existencia le deparaba la vida a David Berkowitz pues llevaba una relación tensa y forzada con su padre adoptivo quien en poco tiempo se volvió a casar con una mujer que no era para nada de su agrado. Cuando contaba con 18 años su padre se marcho con su mujer a vivir a Florida dejándolo a su suerte. 

En 1971 Berkowitz se alista en el ejército y sirve unos cuantos años. Ahí aprendió el manejo y mantenimiento de armas y escopetas, distinguiéndose por su buena puntería. Sirvió en Corea y los Estados Unidos pues logró escabullirse de Vietnam. Finalmente se salió en 1974 y comenzó la clásica letanía de la mayoría de los asesinos seriales del mundo, adoptando empleos menores sin enfocarse a nada en particular. Por esa época decide buscar a su madre biológica y en efecto la localiza. Durante un corto tiempo visita a su madre y a su hermana quienes disfrutan de su presencia pero al enterarse de los detalles escabrosos de su concepción y nacimiento poco a poco se aleja de ellas hasta romper por completo el contacto. 

Con una infancia problemática, adoptado por un hogar que muy pronto se vio fracturado para siempre, pasando una vida solitaria y carente de dirección y propósito y con una percepción de rechazo real o imaginario de las mujeres en contra de Berkowitz, el escenario para el surgimiento de un asesino estaba mas que puesto. De acuerdo a sus propias declaraciones, en una fiesta conoció a unos sujetos que lo introdujeron al culto satánico. De hecho hay mucho material al respecto ya sea informaciones del mismo Berkowitz o de investigadores que han escudriñado el asunto y sus conexiones con algunos otros sucesos y crímenes de los Estados Unidos. Por otra parte investigadores importantes como Robert Ressler opinan que la gran mayoría de estas historias no son mas que eso, inventos del mismo inculpado que utiliza para hacerse de la atención del público. 

De acuerdo a la información proporcionada por Berkowitz sus dos primeros ataques fueron con navaja. Las víctimas fueron un par de mujeres que sobrevivieron a los ataques. Por ninguno de estos episodios fue acusado y son mas de carácter anecdótico que otra cosa. 

El primer atentado serio ocurrió el 29 de Julio de 1976 cuando a eso de la 1 a.m. Donna Lauria de 18 y Jody Valenti de 19 platicaban dentro del auto de la primera, justo frente a su casa. Ya estaban despidiéndose cuando un sujeto se acercó al automóvil, sacó un arma de una bolsa que traía en la mano y disparó cinco tiros. Donna fue alcanzada en un brazo y el cuello. A pesar de que fue asistida por su padre Mike Lauria, llegó muerta al hospital. Jody solamente recibió un balazo en la pierna. Los vecinos informaron de la presencia de un auto color amarillo que desapareció antes que llegara la policía. La descripción del atacante era la de un hombre blanco de cabello rizado de alrededor de 30 años. La policía pensó que se trató de una vendetta de la mafia, además las balas correspondían a un revolver calibre .44 arma específicamente usado para matar personas. 

Luego el 23 de Octubre de 1976 tocó el turno de ser atacada a la pareja integrada por Carl Denaro y Rosemary Keenan. Ambos habían salido de un bar a eso de las 2.30 a.m. y habían aparcado su VW rojo en una calle solitaria de Queens cuando Berkowitz apareció y confundió a Denaro con una mujer pues este llevaba el cabello hasta el hombro. De los cinco tiros únicamente uno hizo blanco detrás de su cabeza. Afortunadamente sobrevivió requiriendo una placa metálica para sustituir el hueso perdido. La señorita Keenan resultó ilesa. 

Las siguientes personas en enfrentar la furia del asesino fueron las señoritas Donna DeMasi y Joanne Lomino. Ambas platicaban sentadas en el pórtico de la casa de Joanne cuando Berkowitz cruzó la calle dirigiéndose hacia ellas. Al parecer el sujeto buscaba una dirección y así se acercó para acto seguido sacar un arma de entre sus ropas. Apenas alcanzaron voltearse hacia la puerta de la casa cuando fueron alcanzadas por los balazos. Ambas recibieron impactos en la espalda, sin embargo Joanne fue quien quedó gravemente herida en la médula espinal y a la postre quedó confinada a una silla de ruedas. Las heridas de Donna no fueron de gravedad. A pesar de que las descripciones del asesino no concordaron entre los diferentes testigos consultados, la policía creyó que el atacante pudo haber sido el mismo del episodio de Lauria y Valenti. 

El 29 de Enero de 1977 John Diel y Christine Freund acaban de salir de un bar a media noche y estaban dentro de su vehículo cuando fueron sorprendidos por un estruendo que rompió el cristal de la ventana. Al instante, Diel que no fue herido por la detonación, vio a su novia malherida con un balazo en la cabeza. Freund murió horas mas tarde en el hospital. Aunque la policía detectó la conexión entre los tiroteos recientes y el hecho de encontrar nuevamente balas calibre .44 el hecho de que las descripciones del asaltante difirieran los detuvo de declarar que se tenía un asesino serial acechando la ciudad. 

La siguiente en hallar su destino a manos de Berkowitz fue la señorita Virginia Voskerichian. El 8 de Marzo de 1977 al regresar a casa se topó en la calle con Berkowitz y al cruzarse y sin mediar palabra ni acto previo este sacó su pistola y le disparó en la cabeza matándola instantáneamente. Este ataque sin sentido, fue unido a la serie de anteriores episodios básicamente con la evidencia de las balas calibre .44 Entonces la policía de Nueva York decidió armar una fuerza de tarea para atrapar al asesino. Nombrado Operación Omega el grupo fue anunciado el 14 de Abril de 1977 y fue dirigido por el inspector Timothy J. Dowd. 

El siguiente golpe ocurrió el 17 de Abril de 1977 contra otra pareja. Ellos se llamaban Valentina Suriani y el Alexander Esau ambos muy jóvenes, de 18 y 20 años respectivamente. La hora de su muerte los ocupaba sentados en su automóvil a las 3 de la mañana aparcados en la Av. Hutchinson River. Entonces otro auto se emparejó al de ellos y de ahí el conductor les disparo dos veces a ambos. Ella murió en el lugar y él poco después en el hospital. La policía que ya temía este golpe, encontró algo nuevo esta vez. El atacante había dejado una carta en la escena del 
crimen dirigida al capitán de la policía, el comandante Borelli. Ahora las autoridades sabían que luchaban contra un psicópata peligroso, que se hacía llamar "El Hijo de Sam" a quien los psicólogos consultados detectaron se trataba de un esquizofrénico y paranoico. 

Psicólogos forenses analizaron acuciosamente la carta y determinaron que el tirador era un esquizofrénico que consideraba estar poseído por una entidad demoníaca. Asimismo se trataba de una persona extremadamente solitaria y que seguramente tenía mucha dificultad para establecer relaciones, más que nada con las mujeres. Publicada esta información pronto la fuerza de tarea se vio inundada de la clásica marea de informaciones y pistas falsas que gente bien intencionada comenzó a mandar. Curiosamente todos parecían conocer al asesino, y lo veían en algún sospechoso vecino que siempre llegaba tarde o en algún cuñado o vecino chiflado que gustaba de las armas. Por cierto, en los Estados Unidos estos últimos constituyen una legión. 

Gracias a la carta enviada y a la publicidad obtenida Berkowitz tuvo el atrevimiento de enviar una misiva a un famosillo columnista de periódico. Jimmy Breslin del Daily News recibió el comunicado y quedó fascinado por las palabras del asesino. Mientras tanto Berkowitz solía escuchar a sus compañeros de trabajo hablar del Hijo de Sam, secretamente disfrutaba haberse convertido en una celebridad, muy temida y odiada, pero celebridad al fin. Partes de la carta no fueron publicadas a petición de la policía. Algunas huellas parciales fueron recuperadas que no fueron de ninguna utilidad. 

Saliendo de una discoteca llamada Elephas ubicada en Queens Judy Placido y Salvatore Lupo se iban a su casa cuando fueron atacados dentro de su automóvil por 
el Hijo de Sam. Irónicamente la muchacha hablaba con asombro del asesino que asolaba la ciudad y cuando se dieron cuenta ya tenían su ración de plomo en el cuerpo. Este ataque ocurrió el 26 de Junio de 1977 a las 3 de la mañana. Ella recibió tres balazos y el únicamente uno. Para su fortuna sobrevivieron a sus heridas. Minutos después los detectives llegaron al lugar pero no pudieron encontrar ninguna buena pista. La narración que la pareja hizo de los hechos es realmente notable. En primera instancia ni siquiera se dieron cuenta que habían sido baleados. Todo fue tan rápido que solo se enteraron del cristal roto del auto. Salvatore salió corriendo a la discoteca en busca de ayuda pensando que les estaban arrojando piedras al carro. Por su parte Judy no grito, no sintió ningún dolor. Cuando se miró en el espejo se dio cuenta que estaba cubierta en sangre. Al salir del auto y tratar de correr fue cuando finalmente se colapsó. 

Finalmente al cumplirse un aniversario del asalto del Hijo de Sam contra las parejas nocturnas de Nueva York, todos esperaban un asesinato conmemorativo. Tanto la policía como los medios estaban en la angustia total, máxime que ningún esfuerzo de la fuerza de tarea estaba dando frutos. Pasó el día 29 de Julio sin novedad alguna pero fue el 31 cuando la desgracia se hizo presente. Ese día en la madrugada la pareja formada por Stacy Moscowitz y Robert Violante acababan de salir del cine y charlaban amenamente en un automóvil estacionado en Gravesend Bay en Brooklin. Robert sugirió caminar por el parque pero Stacy no estaba nada segura. Una vez en la calle al besarle ella pudo ver una persona que los observaba y que al notarse descubierto intentaba alejarse. Asustada, la muchacha quiso irse, sin embargo Violante insistió en permanecer más tiempo. Grave error resultó la necedad del muchacho pues fueron atacados a balazos por Berkowitz. El recibió dos tiros en el rostro perdiendo un ojo y el 80% de visión en el restante. Ella a pesar de recibir atención médica de urgencia sucumbió a sus lesiones en el cráneo. 

David Richard Berkowitz fue detenido el 10 de Agosto de 1977 por la policía de Nueva York. Los detalles de como es que las autoridades dieron con el, resultan harto interesantes y a continuación narraremos los pormenores mas importantes. 

Curiosamente la manía de escribir tonterías en una carta y enviarla a personas ha sido el talón de Aquiles de no pocos 
asesinos seriales. Recordemos el caso de Albert Fish a quien solo rastreando sus cartas pudo la policía echarle el guante encima. En el caso del Hijo de Sam sucedió muy parecido. 

Un día el ciudadano Jack Cassara que vivía en el barrio de New Rochelle recibió una nota de un señor llamado Carr, a quien no tenía el gusto de conocer. En el sobre venía también la foto de un perro pastor alemán. Y la carta decía: 

Querido Jack, lamento enterarme que te caíste del techo de tu casa. Solo quiero decirte que lo siento pero estoy seguro que no tardarás en sentirte mejor, saludable y con fuerzas pero por favor ten más cuidado la próxima vez. Como vas a estar en reposo un buen tiempo, dinos si Nann necesita algo. 
Con sinceridad, Sam y Francis. 

El señor Cassara ni se había caído de ningún techo ni tampoco conocía a la persona que supuestamente le enviaba la carta. Entonces decidió contactarlo, platicaron por teléfono sobre esta rara situación y quedaron en verse en la casa de los señores Carr esa misma tarde. Mas tarde los señores Carr informaron a los Cassara que ellos a su vez habían recibido extrañas cartas sobre su perro llamado Harvey y de cómo un día le habían disparado. También comentaron que un perro pastor alemán del vecindario fue baleado recientemente. La hija del matrimonio Carr, llamada Wheat trabajaba como oficinista en el departamento de policía del condado Yonkers y llevo a casa a los oficiales Intervallo y Chamberlain para que investigaran. Jack Cassara por su parte, contactó al departamento policial de New Rochelle. 

Entonces Stephen, el joven hijo de Jack Cassara recordó acerca del extraño sujeto que había rentado un cuarto en su casa a principios de 1976. Cuando se marchó ese inquilino llamado David Berkowitz ni siquiera reclamó su depósito de $200 dólares y cosa curiosa se quejaba mucho del perro de casa. Nann Cassara telefoneó a los Carr quienes prometieron que Wheat pasaría esta importante información a los oficiales de su trabajo. Y para asegurarse que la autoridad estuviera bien notificada de estos hallazgos también hablo a la policía de New Rochelle quienes tardaron varias semanas en regresarle la llamada. 

Sorpresivamente el detective que se comunicó con los Cassara menciono un incidente que involucraba a un compañero suyo llamado Craig Glassman quien resulta era vecino de David Berkowitz. Este detective había recibido una carta anónima que hablaba de un grupo secreto de demonios cuyos miembros incluían a Glassman, los Carr y a los Cassara. A pesar de la bizarra coincidencia el oficial le aseguró a la señora Nann que aquello no probaba que Berkowitz fuera 
el Hijo de Sam. Al fin y al cabo la policía debía enfrentar el hecho de que había gente muy loca cuyas acciones no constituían conductas ilegales, como era el caso presente. Sin embargo, ella no pensaba igual y estaba completamente segura que Berkowitz era el Hijo de Sam, o sea el asesino. 

Los policías Chamberlain e Intervallo no perdían el tiempo y decidieron indagar mas a pesar de que eran tareas que no les correspondían. Ingresaron el nombre en la computadora y la base de datos arrojó interesantes datos. Como el hecho de que la edad de Berkowitz era equiparable a la del sospechoso, lo mismo la complexión y el color de piel y cabello. El registro establecía que Berkowitz tenía la licencia suspendida y tenía a su nombre un Ford Galaxy. 

A principios de Agosto de 1977 Chamberlain e Intervallo decidieron dar un paso adelante e investigar a David Berkowitz. Sabían que estaban pisando terreno reservado a los detectives de la fuerza de tarea, así que actuaron cautelosamente. Visitaron a la señora que actualmente le rentaba al sospechoso. Ella les dijo que el inquilino era cumplido en sus pagos y que en su solicitud había escrito que trabajaba para la compañía de seguridad IBI. Ese solo dato era interesante pues sugería que Berkowitz tendría buenos conocimientos sobre manejo de armas. Cuando hablaron a IBI fueron informados que Berkowitz había dejado el empleo para irse de taxista en Julio de 1976, mismo mes del primer asesinato atribuido al Hijo de Sam. Aquello era más que una coincidencia. Posteriormente se comunicaron a muchas compañías de taxi pero no tuvieron suerte para seguirle los pasos al sospechoso. Luego compartieron con su jefe todos los datos que habían recabado. Este quedó impresionado por la calidad de la información y les pidió que se comunicaran cuanto antes con el detective Richard Salvesen. Este también se alegró al ver los datos y las cartas y accedió a pasar la información a la fuerza de tarea. 

Después de los ataques navideños, Berkowitz se muda a un cuarto rentado por la familia Cassara. Inicialmente solicitó estancia de dos años y de acuerdo a eso, dejó un depósito de $200 dólares, que recordemos no reclamó al abandonar el lugar. Entra como agente de seguridad a la compañía IBI. El pastor alemán de los Cassara era muy latoso, aullando constantemente y una vez que comenzaba, los perros vecinos contestaban con más aullidos. En la mente trastornada de Berkowitz dentro de los perros habitaban demonios, mismos que demandaban la sangre de jóvenes y hermosas mujeres. Los aullidos eran constantes llamados que lo desquiciaban. Según propias palabras "Los demonios nunca paraban. No podía dormir. Y no tenía fuerzas para pelear. Apenas si podía manejar el auto. Regresando a casa del trabajo, una noche casi me mato en el carro. Necesitaba algo de sueño, pero los demonios no me daban un solo respiro..." Aguantó tres meses en la casa de los Cassaras de quienes dijo eran demonios que lo habían engañado fingiendo en un principio ser seres humanos para después mostrar su verdadera faceta diabólica. En esas fantasías el señor Jack Cassara era el General Cosmo, comandante de las fuerzas diabólicas representadas por los perros de Nueva York. 

En su nuevo domicilio de Pine Street también había perro, el labrador negro del señor Sam Carr que terminó por convertirse en víctima de Berkowitz. Una vez intentó terminarlo con una bomba molotov que fallo y luego le dio un tiro. El animalito fue atendido oportunamente y "ladro" para contarlo. En sus alucinaciones Sam Carr era un poderoso demonio a las ordenes de Jack Cosmo y solo Dios, llegado el Armageddon, podía terminar con ellos. De hecho cuando Berkowitz se nombra 
el Hijo de Sam, es a Sam Carr a quien se refiere. 

Los psicólogos de la defensa, diagnosticaron que Berkowitz padecía esquizofrenia paranoide. La gran dificultad suya para relacionarse exacerbo su aislamiento. La soledad fue el campo fértil para que comenzara a fantasear de modo tal que llego el momento en que las fantasías superaron la realidad y David pobló su mundo con demonios. Tanta tensión debía hallar una salida y esa llegó al atacar a las personas. Por un tiempo funcionaba pero de nuevo la presión subía hasta hacer necesaria más violencia en un típico ciclo que no termina jamás. 

El Dr. Abrahamsen, psicólogo de la parte acusadora, determinó que Berkowitz a pesar de todos los pesares, estaba en condiciones de afrontar el juicio por los homicidios. Estaba normal como cualquier otra persona y mas que nada ayudo que el mismo acusado se declaró culpable. Cuando fue detenido lucía calmado como si en el fondo deseara ser capturado para terminar el asedio de los "demonios..." El 12 de Junio de 1978 fue sentenciado a 6 cadenas perpetuas equivalentes a 365 años. 

En Julio del 2006 le fue negada la libertad condicional sin embargo Berkowitz no tiene deseos de salir de la cárcel porque sabe que no merece la libertad y las autoridades tampoco creen que deba salir a la calle. Mientras tanto vive su nueva faceta religiosa como ministro y consejero espiritual en la prisión. 
























El Monstruo de Montmartre. Thierry Paulin.
El 5 de octubre de 1984 dos hombres atacaron a una anciana de 91 años robándole todos sus ahorros tras atarla, amordazarla y golpearla. Cuando la encontraron, su estado de nervios era tal que fue incapaz de proporcionar una descripción de los agresores.


Ese mismo día otra anciana de 83 años era atacada en un distrito vecino, pero la mujer no contó con tanta suerte como la anterior, pues la atacaron golpeándola fuertemente y la asfixiaron posteriormente con una almohada robándole la pequeña cantidad de 200 francos. El cadáver fue encontrado atado con la cuerda de una cortina.
Cuatro semanas más tarde fue hallada otra mujer, esta vez de 89 años, asfixiada con una bolsa de plástico y a la que le faltaban unos 500 francos y un reloj valorado en 300 francos.


A partir de ahí los crímenes se volvieron más violentos y de una crueldad extrema. La siguiente víctima fue una maestra jubilada de 71 años, quien tras ser amordazada y maniatada con un cable, fue golpeada con tal fuerza que tenía la nariz y la mandíbula rotas. Habían utilizado una bufanda para estrangularla. La autopsia revelaría posteriormente que la mayoría de los huesos de la parte derecha del cuerpo se hallaban destrozados. El asesino se llevó unos 10,000 francos.


Dos días después se encontró un nuevo cadáver. Una mujer, de 84 años, había recibido varios golpes en el rostro, luego le dieron una mortal paliza y la torturaron hasta la muerte. Tenía la boca y la garganta abrasadas por ácido; la habían obligado a ingerir sosa cáustica, quizá para que confesara dónde guardaba el dinero. Se calcula que el botín fue de unos 500 francos.

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Así continuaron los crímenes en días sucesivos hasta alcanzar la terrible cantidad de ocho mujeres brutalmente golpeadas y asesinadas en tan sólo cinco semanas.

La policía apenas podía realizar la inspección ocular del lugar de un crimen cuando ya se le notificaba de otro caso.

El robo de dinero parecía ser el único móvil de aquellos crímenes brutales, pero las cantidades eran tan ridículas que la policía pronto desechó la idea. Cuando la policía parisina intentó trazar un perfil del asesino de ancianas le resultó muy complicado, pues aquellos crímenes no encajaban en ningún modelo conocido. El asesino no tenía móvil sexual, pero sí era desconcertante el sadismo y la brutalidad demostrados en los crímenes.

Los investigadores dedujeron en seguida que se trataba de una persona sin empleo fijo, debido a las horas en que se cometieron los asesinatos, y que ésta tenía una buena presencia física o que era una persona "encantadora" a primera vista, pues nunca se hallaron cerraduras forzadas ni puertas golpeadas. Por las heridas de las víctimas, también pensaron que se trataba de alguien joven y robusto, pero todo eso no era suficiente para atrapar con rapidez al asesino reincidente.

Los asesinatos de las ancianas se convirtieron en el tema de conversación principal de todo París y provocaron las protestas y manifestaciones de la población en contra de los delitos violentos. Poco a poco el pánico comenzó a extenderse por la ciudad y se tomaron medidas de emergencia, como un espectacular despliegue de policías procedentes de varios departamentos en las zonas que el asesino acostumbraba frecuentar, teléfonos de socorro por si alguien veía algo extraño, asesoramiento destinado a las personas mayores, etc.

En el verano de 1986, dos años después de su comienzo, el asesino había acabado con la vida de dieciséis ancianas, hasta que pasó un período sin que se cometiese ningún crimen de ese tipo en la zona. Los agentes no podían llegar a sospechar siquiera que el asesino en serie tan temido se encontraba por aquel entonces entre rejas detenido por venta de cocaína. Ese hombre se llamaba Thierry Paulin.

Thierry Paulin nació el 28 de noviembre de 1963 en la isla caribeña de La Martinica, y al poco tiempo de su nacimiento su padre abandona la familia. Su madre, de 17 años, lo envió con su abuela quien dirigía un restaurante y no tenía tiempo para atender a su nieto; pasó los primeros años de su vida desprovisto de todo afecto familiar, convirtiéndose en un muchacho difícil y violento.

Unos años después su madre se casa con otro hombre y tiene tres hijos con él, pero el hombre pronto se cansa del carácter de Thierry y lo envía a Francia con su verdadero padre, lejos de la familia. Pero éste también estaba casado y con dos hijos, por lo que tuvo que aprender a integrarse en una nueva familia, sin tan siquiera conocer a ese señor que decía ser su padre.

A los 18 años, cuando se encontraba haciendo el servicio militar, entró en un supermercado y después de amenazar a la propietaria con un cuchillo de carnicero huyó con todo el dinero de la caja. La mujer logró identificarlo, Thierry fue detenido y pasó una semana en la cárcel.

Al acabar el servicio militar, Thierry se instaló en París, integrándose rápidamente a la comunidad de homosexuales y consiguió un empleo en un club nocturno especializado en shows travestis. Allí conoció a su primer compañero sentimental Jean Mathurin.

En ese local Thierry hacía a veces actuaciones travestis, e incluso invitó a su madre a ver el espectáculo; quien impresionada de ver a su hijo con ropas de mujer se retiró antes de que acabase, rechazando así su homosexualidad.
Mientras tanto, Thierry y su novio decidieron irse a vivir juntos y se instalaron en un hotel. En aquella época la pareja vivía con todos los lujos posibles, comían en restaurantes lujosos y se dejaban ver en todas las fiestas y clubes de moda. Pero el dinero se les acabó pronto y la buena vida con él, entonces comenzaron las crisis de pareja, las escenas de celos y las discusiones.

Se vieron obligados a buscar un alojamiento más barato ya que tenían muchas deudas, así que Thierry se vio forzado a cometer pequeñas estafas, a traficar con drogas y a robar tarjetas de crédito para buscarse la vida y pagar sus numerosas deudas acumuladas.

En París vivía de noche en clubes donde a nadie le extrañaba su comportamiento, y allí podía asesinar una y otra vez sin despertar la curiosidad de nadie.

Su predilección por las mujeres mayores nunca fue explicada. Tal vez su niñez estuvo poblada de ancianas que no cesaban de juzgarlo y corregirlo, y quiso liberar a París de aquellas odiosas mujeres.

Su constante preocupación era llamar la atención de los demás, estar siempre rodeado de gente e invitarlos a sus fiestas, lo que le proporcionaba gran cantidad de amigos de conveniencia ganados a base de comprarlos con alcohol y cocaína. De hecho, una vez en la cárcel, Thierry se dedicaba a recortar las notas de prensa que hablaban de él. Siempre narcisista, su aspecto físico continuó siendo su gran obsesión.

Antes de ser encarcelado se le habían tomado unas muestras de sus huellas dactilares, pero por aquel entonces los sistemas informáticos de que disponía la policía eran bastante limitados, por tal motivo eran los mismos agentes los que realizaban la dura y larga tarea de comparar todas las huellas digitales. Para empeorar las cosas, Thierry había sido arrestado no en París, sino en otro distrito, y las huellas las habían guardado en otros archivos. Además, el delito por el que había sido inculpado no requería el cotejo en los mismos archivos con las huellas de los inculpados por delitos de agresión u homicidio; por el momento ninguna prueba lo inculpaba, y nadie podía imaginar que ese hombre era el asesino de las dieciséis mujeres.

Como se logró encontrar a ThierryCuando Thierry obtuvo la libertad tras estar doce meses entre rejas por venta de drogas, reanudó su vida y sus viejas costumbres. Una de ellas, fue la de seguir asesinando; mientras, la policía de París seguía investigando los crímenes.

Pero esta vez los agentes contaban con un as en la manga: la primera víctima de Thierry, la señora de 91 años a la que había atacado para robarle sus ahorros, se había ido recuperando del trauma y tres años después les proporcionó una detallada descripción del agresor.
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Inmediatamente se distribuyó su retrato robot (hablado) por todas las comisarías de París y sus alrededores y al poco tiempo Thierry era identificado y detenido.

Tras comprobar que sus huellas correspondían con las tomadas en los lugares de los crímenes, fue interrogado sin interrupción durante cuarenta y tres horas seguidas por la Brigada Criminal, y terminó confesándose autor de más de 20 crímenes.

Lo que dejó atónitos a los policías, era la indiferencia con la que Thierry describía los mismos, absolutamente incapaz de comprender la terrible gravedad de lo que había hecho. Para él, la vida de un ser humano carecía por completo de valor.

Las razones que llevaron a Thierry a cometer aquellos crímenes continúan siendo un misterio, por lo que los psiquiatras tuvieron que hacer un retroceso a su infancia para tratar de ver más claro.

En realidad jamás tuvo un hogar, ni una familia que le quisiese y se preocupasepor él. Antes de llegar a la adolescencia ya lo habían custodiado tres personas: su abuela, su madre y luego su padre, pero todos se lo fueron quitando de encima poco a poco, lo que Thierry interpretó como un rechazo. Por otra parte, su inclinación homosexual había despertado un desprecio general en su entorno. Privado de todo cariño, no sentía hacia los mayores ningún respeto. Se negaba a ser como todos los adultos que conocía, pues eran indignos de su confianza y respeto, y continuó siendo un niño reservado, desafiante y violento. La falta de amor le había endurecido hasta el punto de ignorar el sufrimiento, tanto si él era víctima o agresor, no tenía piedad. Lo demuestran sus posteriores declaraciones a la policía: "Yo sólo ataco a los débiles".

Acabó confesando que no siempre actuaba solo y que su amante Jean Mathurin había tomado parte en los primeros crímenes.

Finalmente, en el juicio se le acusó por asesinato y robo con violencia en dieciocho ocasiones. Mientras cumplía condena, el 16 de abril de 1989 fallecía en su celda, enfermo de sida cuando sólo contaba con veintiséis años.




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